Por: Ivonne Acuña Murillo
Por más de un siglo las elecciones en México han servido para rodear de un halo de “legalidad” y “legitimidad” las decisiones que de facto se toman en las altas esferas del poder político y económico. Durante el Porfiriato sirvieron para darle al dictador Porfirio Díaz la posibilidad de argumentar no sólo que era respetuoso de la ley sino para afirmar que su estancia en la silla presidencial no era producto de su férrea voluntad, sino de los deseos del pueblo mexicano. Ya entrado el siglo XX , bajo la dirección primero del PNR, luego del PRM y finalmente del PRI, las elecciones han servido, a decir de Soledad Loaeza (“El llamado de las urnas. ¿Para qué sirven las elecciones en México?”, Nexos, No. 90, Junio, 1985), como: instrumento de socialización política; canal de comunicación entre gobernantes y gobernados; válvula de escape de tensiones sociales; neutralizador de fuentes potenciales de oposición anti-sistema; mecanismo de control social del Estado; instrumento para tutelar el cambio político; vía para refrendar a un sector del personal político seleccionado previamente; y finalmente, como fuente legitimadora de las formas de organización del poder, las autoridades y las políticas gubernamentales, a pesar de que éstas, las elecciones, desempeñaban un papel secundario en el complejo fenómeno de la legitimación .
Principalmente, la legitimidad estaba fincada en el bienestar económico, que por más de treinta años permitió al grupo en el poder resolver un gran número de demandas sociales, elevar el nivel de vida de un gran porcentaje de mexican@s, funcionar como Estado benefactor a través de la canalización de recursos a grupos menos favorecidos a partir de la educación gratuita, libros de texto, servicio de salud, vivienda, etc. , a cambio de la subordinación política de la población en su conjunto. La fórmula era "más bienestar económico; menos participación política" (1940-1982). Votar bajo esas premisas dejaba a la ciudadanía en calidad de espectadora en un juego de poder, donde la sociedad y sus intereses se encontraban subordinados a la clase política.
A raíz de la crisis del Estado benefactor, se ha modificado la fuente principal de legitimidad, el grupo en el poder abrió gradualmente el sistema de partidos para cambiar bienestar económico por democracia al no poder continuar sosteniendo el nivel de vida de la población, ante el agotamiento del modelo económico, conocido como ISI, Industrialización por Sustitución de Importaciones. La fórmula funcionó en la medida en que se vendió a la ciudadanía la idea de que podía, a través de su voto, lograr el nivel de vida que los gobiernos priístas no podían asegurarle; esto es "menos bienestar económico; más participación política" (1982-2000).
Sin embargo hoy, como puede observarse en la segunda fórmula, el grupo en el poder ya no ofrece ni bienestar económico, dado el fracaso del Estado benefactor y el arribo del Estado neoliberal y su renuncia a distribuir equitativamente la riqueza y los frutos del desarrollo; ni democracia, si tenemos en cuenta el conflicto electoral de 2006 y la certeza de fraude de una gran parte de la población, sumado a la crisis de representación por la que pasa el sistema de partidos en México y la falta de un partido cuya actuación y programa dé a la ciudadanía una mínima esperanza de buen gobierno, honradez y compromiso con el bienestar de los sectores más vulnerables. En estas circunstancias el esquema de Loaeza podría completarse como sigue: "menos bienestar económico; menos participación política" (2006-2009).
Esta combinación se vuelve poco menos que explosiva si pensamos que para una gran parte de la población, la posibilidad de cambiar a través del voto el estado de cosas que los mantiene a niveles de sobrevivencia, empobrecimiento gradual, etc., parece cancelada.
El voto nulo es una manera de decir: dado que la democracia es una farsa -pues aunque el fraude electoral ya no sea el mecanismo, por excelencia, para la selección de candidatos y su arribo al poder, sino una serie de prácticas previas a las elecciones como el desvío de recursos, el uso abusivo de los medios de comunicación, la "spotización", etc.- y en consecuencia, dado que mi voto sólo sirve para legitimar, como en el pasado, las formas de organización del poder, las autoridades, las políticas gubernamentales y las decisiones cupulares que se toman en otros lugares que no tienen nada que ver con las urnas y que de ninguna manera me benefician, anulo mi voto para deslegitimar aquello que de facto sigue ocurriendo.
Por supuesto, como lo han advertido ya diversos analistas, el voto nulo conlleva el enorme riesgo de que el partido con mayor posibilidad de potenciar su voto duro, el PRI, y aquel que cuenta con el apoyo de la hueste magisterial movilizada por su lidereza a favor del partido al que ayudó a ganar en las elecciones de 2006, el PAN, continúen ocupando espacios de poder en detrimento de un proyecto de nación alternativo. Sin embargo, la fuerza política que encabezó dicho proyecto, comparte con los otros dos partidos el rechazo de gran parte de la ciudadanía al no poder consolidar no sólo ese proyecto de nación alternativo, sino un partido político capaz de representar a l@s ciudadan@s que no están de acuerdo con los programas de gobierno de las otras dos fuerzas políticas gobernantes.
Aceptando que prácticamente es un hecho que lo planteado en el párrafo anterior ocurra, el voto nulo, de ser numeroso, tendría un enorme potencial simbólico, al menos teóricamente hablando, para reposicionar a una parte de la ciudadanía dentro del Estado y frente a los grupos en el poder al decirles NO ESTOY DISPUEST@ A SEGUIR LEGITIMANDO CON MI VOTO A SUS CANDIDAT@S, A LOS GRUPOS QUE REPRESENTAN NI LOS INTERESES NI ACCIONES QUE ENCABEZAN.
Por supuesto, el voto nulo por sí solo no es suficiente para cambiar el status quo, en todo caso será sólo el comienzo de una nueva etapa en la vida política de México, de tal manera que a éste deberán seguir una serie de medidas, empujadas por diversos grupos de la sociedad –intelectuales- ONG’s, asociaciones civiles, etc.-encaminadas a modificar la relación de poder no sólo entre los diversos partidos políticos sino entre éstos y la ciudadanía. No hacerlo así supondría que no sólo estamos en riesgo de enfrentar situaciones de Estado fallido sino de sociedad o ciudadanía fallida.
Por otro lado, argumentan algunos expertos que votar nulo es una irresponsabilidad mayúscula, un riesgo, abjurar de nuestros derechos políticos. Sin embargo, aquí se sostiene que votar aunque sea por el “menos peor” de los candidatos es continuar con la costumbre, muy del sistema político mexicano, de guardar las apariencias, las formas ante todo como diría Octavio Paz en El laberinto de la soledad.
Votar por cualquiera de los partidos políticos teniendo como antecedentes: el fraude de 2006 y el fracaso del IFE y TEPJF, máximas autoridades en materia electoral; la injerencia facciosa de los medios, principalmente las dos grandes televisoras, Televisa y TVAzteca en la vida política del país y la intención de la primera en hacerse de su propio partido político (si así se puede llamar al Verde Ecologista) y su candidato a la presidencia Enrique Peña Nieto; la complicidad y el co-gobierno del PRI y el PAN; el abandono del compromiso social con los grupos menos favorecidos -niñ@s (el caso de las guarderías subrogadas), ancian@s (el abandono, el olvido y la miseria de miles de ell@s), mujeres (el asesinato y trata de personas), desemplead@s (la exclusión social), pobres (la desesperanza), etc.-; la complicidad criminal de políticos de todos los niveles; el reforzamiento del autoritarismo estatal, ya federal ya local; el resurgimiento del caciquismo; el endurecimiento de diversos gobiernos frente a la protesta social; la preparación militar y policiaca del gobierno mexicano ante un eventual desbordamiento social; la infiltración del narcotráfico y de la delincuencia organizada dentro del gobierno a los más altos niveles; el enorme proceso de desintegración social que está viviendo el país sería una irresponsabilidad mayor. Votar por algún candidato o partido con la convicción de que todos están haciendo mal las cosas es volverse cómplice de todo lo anterior, es volver a decirles "sigan como van", al fin y al cabo seguiré votando por ustedes sin importar el rumbo que lleve el país, sin importar que el candidato “menos peor” sea “de lo peorcito”. Es seguir comprando manzanas "medio podridas" como sostiene José Antonio Crespo.
Si hoy la fórmula se ha invertido y la fuente principal de legitimación son las elecciones, como se pudo observar en 2006, y éstas son entonces el lugar idóneo para comenzar una crisis que sea el inicio de los cambios que el país requiere, como afirma Lorenzo Meyer, cabe preguntarse ¿Cuál es la razón para votar dentro de un sistema de partidos que no está respondiendo a las necesidades concretas de la ciudadanía? ¿Cuál es la razón para votar por candidatos y partidos que sólo buscan resolver sus propias necesidades y no las del pueblo al que deberían servir? ¿Cuál es la razón para seguir legitimando las acciones que poco a poco están llevando a nuestro país, porque es de tod@s y no de los políticos, al derrumbe económico y político, al caos y a la desintegración?
¡¡¡¡¡¡POR LO AQUÍ EXPUESTO YO ANULARÉ MI VOTO!!!!!!
NOTA: El voto en blanco es aquel en el cual el o la votante deja, como el nombre lo indica, la boleta en blanco; el voto nulo implica cruzar toda la boleta o poner una cruz sobre todos y cada uno de los logos de los partidos. Esta última posibilidad es la más adecuada en caso de decidir unirse a este tipo, válido y legítimo, de protesta ciudadana ante el pobre desempeño que TODOS LOS PARTIDOS POLÍTICOS han tenido en la última década, pues dejar la boleta en blanco puede dar lugar a que los representantes de los partidos o los mismos funcionarios de casilla llenen dicha boleta con votos para cualquiera de los partidos en competencia.
Por más de un siglo las elecciones en México han servido para rodear de un halo de “legalidad” y “legitimidad” las decisiones que de facto se toman en las altas esferas del poder político y económico. Durante el Porfiriato sirvieron para darle al dictador Porfirio Díaz la posibilidad de argumentar no sólo que era respetuoso de la ley sino para afirmar que su estancia en la silla presidencial no era producto de su férrea voluntad, sino de los deseos del pueblo mexicano. Ya entrado el siglo XX , bajo la dirección primero del PNR, luego del PRM y finalmente del PRI, las elecciones han servido, a decir de Soledad Loaeza (“El llamado de las urnas. ¿Para qué sirven las elecciones en México?”, Nexos, No. 90, Junio, 1985), como: instrumento de socialización política; canal de comunicación entre gobernantes y gobernados; válvula de escape de tensiones sociales; neutralizador de fuentes potenciales de oposición anti-sistema; mecanismo de control social del Estado; instrumento para tutelar el cambio político; vía para refrendar a un sector del personal político seleccionado previamente; y finalmente, como fuente legitimadora de las formas de organización del poder, las autoridades y las políticas gubernamentales, a pesar de que éstas, las elecciones, desempeñaban un papel secundario en el complejo fenómeno de la legitimación .
Principalmente, la legitimidad estaba fincada en el bienestar económico, que por más de treinta años permitió al grupo en el poder resolver un gran número de demandas sociales, elevar el nivel de vida de un gran porcentaje de mexican@s, funcionar como Estado benefactor a través de la canalización de recursos a grupos menos favorecidos a partir de la educación gratuita, libros de texto, servicio de salud, vivienda, etc. , a cambio de la subordinación política de la población en su conjunto. La fórmula era "más bienestar económico; menos participación política" (1940-1982). Votar bajo esas premisas dejaba a la ciudadanía en calidad de espectadora en un juego de poder, donde la sociedad y sus intereses se encontraban subordinados a la clase política.
A raíz de la crisis del Estado benefactor, se ha modificado la fuente principal de legitimidad, el grupo en el poder abrió gradualmente el sistema de partidos para cambiar bienestar económico por democracia al no poder continuar sosteniendo el nivel de vida de la población, ante el agotamiento del modelo económico, conocido como ISI, Industrialización por Sustitución de Importaciones. La fórmula funcionó en la medida en que se vendió a la ciudadanía la idea de que podía, a través de su voto, lograr el nivel de vida que los gobiernos priístas no podían asegurarle; esto es "menos bienestar económico; más participación política" (1982-2000).
Sin embargo hoy, como puede observarse en la segunda fórmula, el grupo en el poder ya no ofrece ni bienestar económico, dado el fracaso del Estado benefactor y el arribo del Estado neoliberal y su renuncia a distribuir equitativamente la riqueza y los frutos del desarrollo; ni democracia, si tenemos en cuenta el conflicto electoral de 2006 y la certeza de fraude de una gran parte de la población, sumado a la crisis de representación por la que pasa el sistema de partidos en México y la falta de un partido cuya actuación y programa dé a la ciudadanía una mínima esperanza de buen gobierno, honradez y compromiso con el bienestar de los sectores más vulnerables. En estas circunstancias el esquema de Loaeza podría completarse como sigue: "menos bienestar económico; menos participación política" (2006-2009).
Esta combinación se vuelve poco menos que explosiva si pensamos que para una gran parte de la población, la posibilidad de cambiar a través del voto el estado de cosas que los mantiene a niveles de sobrevivencia, empobrecimiento gradual, etc., parece cancelada.
El voto nulo es una manera de decir: dado que la democracia es una farsa -pues aunque el fraude electoral ya no sea el mecanismo, por excelencia, para la selección de candidatos y su arribo al poder, sino una serie de prácticas previas a las elecciones como el desvío de recursos, el uso abusivo de los medios de comunicación, la "spotización", etc.- y en consecuencia, dado que mi voto sólo sirve para legitimar, como en el pasado, las formas de organización del poder, las autoridades, las políticas gubernamentales y las decisiones cupulares que se toman en otros lugares que no tienen nada que ver con las urnas y que de ninguna manera me benefician, anulo mi voto para deslegitimar aquello que de facto sigue ocurriendo.
Por supuesto, como lo han advertido ya diversos analistas, el voto nulo conlleva el enorme riesgo de que el partido con mayor posibilidad de potenciar su voto duro, el PRI, y aquel que cuenta con el apoyo de la hueste magisterial movilizada por su lidereza a favor del partido al que ayudó a ganar en las elecciones de 2006, el PAN, continúen ocupando espacios de poder en detrimento de un proyecto de nación alternativo. Sin embargo, la fuerza política que encabezó dicho proyecto, comparte con los otros dos partidos el rechazo de gran parte de la ciudadanía al no poder consolidar no sólo ese proyecto de nación alternativo, sino un partido político capaz de representar a l@s ciudadan@s que no están de acuerdo con los programas de gobierno de las otras dos fuerzas políticas gobernantes.
Aceptando que prácticamente es un hecho que lo planteado en el párrafo anterior ocurra, el voto nulo, de ser numeroso, tendría un enorme potencial simbólico, al menos teóricamente hablando, para reposicionar a una parte de la ciudadanía dentro del Estado y frente a los grupos en el poder al decirles NO ESTOY DISPUEST@ A SEGUIR LEGITIMANDO CON MI VOTO A SUS CANDIDAT@S, A LOS GRUPOS QUE REPRESENTAN NI LOS INTERESES NI ACCIONES QUE ENCABEZAN.
Por supuesto, el voto nulo por sí solo no es suficiente para cambiar el status quo, en todo caso será sólo el comienzo de una nueva etapa en la vida política de México, de tal manera que a éste deberán seguir una serie de medidas, empujadas por diversos grupos de la sociedad –intelectuales- ONG’s, asociaciones civiles, etc.-encaminadas a modificar la relación de poder no sólo entre los diversos partidos políticos sino entre éstos y la ciudadanía. No hacerlo así supondría que no sólo estamos en riesgo de enfrentar situaciones de Estado fallido sino de sociedad o ciudadanía fallida.
Por otro lado, argumentan algunos expertos que votar nulo es una irresponsabilidad mayúscula, un riesgo, abjurar de nuestros derechos políticos. Sin embargo, aquí se sostiene que votar aunque sea por el “menos peor” de los candidatos es continuar con la costumbre, muy del sistema político mexicano, de guardar las apariencias, las formas ante todo como diría Octavio Paz en El laberinto de la soledad.
Votar por cualquiera de los partidos políticos teniendo como antecedentes: el fraude de 2006 y el fracaso del IFE y TEPJF, máximas autoridades en materia electoral; la injerencia facciosa de los medios, principalmente las dos grandes televisoras, Televisa y TVAzteca en la vida política del país y la intención de la primera en hacerse de su propio partido político (si así se puede llamar al Verde Ecologista) y su candidato a la presidencia Enrique Peña Nieto; la complicidad y el co-gobierno del PRI y el PAN; el abandono del compromiso social con los grupos menos favorecidos -niñ@s (el caso de las guarderías subrogadas), ancian@s (el abandono, el olvido y la miseria de miles de ell@s), mujeres (el asesinato y trata de personas), desemplead@s (la exclusión social), pobres (la desesperanza), etc.-; la complicidad criminal de políticos de todos los niveles; el reforzamiento del autoritarismo estatal, ya federal ya local; el resurgimiento del caciquismo; el endurecimiento de diversos gobiernos frente a la protesta social; la preparación militar y policiaca del gobierno mexicano ante un eventual desbordamiento social; la infiltración del narcotráfico y de la delincuencia organizada dentro del gobierno a los más altos niveles; el enorme proceso de desintegración social que está viviendo el país sería una irresponsabilidad mayor. Votar por algún candidato o partido con la convicción de que todos están haciendo mal las cosas es volverse cómplice de todo lo anterior, es volver a decirles "sigan como van", al fin y al cabo seguiré votando por ustedes sin importar el rumbo que lleve el país, sin importar que el candidato “menos peor” sea “de lo peorcito”. Es seguir comprando manzanas "medio podridas" como sostiene José Antonio Crespo.
Si hoy la fórmula se ha invertido y la fuente principal de legitimación son las elecciones, como se pudo observar en 2006, y éstas son entonces el lugar idóneo para comenzar una crisis que sea el inicio de los cambios que el país requiere, como afirma Lorenzo Meyer, cabe preguntarse ¿Cuál es la razón para votar dentro de un sistema de partidos que no está respondiendo a las necesidades concretas de la ciudadanía? ¿Cuál es la razón para votar por candidatos y partidos que sólo buscan resolver sus propias necesidades y no las del pueblo al que deberían servir? ¿Cuál es la razón para seguir legitimando las acciones que poco a poco están llevando a nuestro país, porque es de tod@s y no de los políticos, al derrumbe económico y político, al caos y a la desintegración?
¡¡¡¡¡¡POR LO AQUÍ EXPUESTO YO ANULARÉ MI VOTO!!!!!!
NOTA: El voto en blanco es aquel en el cual el o la votante deja, como el nombre lo indica, la boleta en blanco; el voto nulo implica cruzar toda la boleta o poner una cruz sobre todos y cada uno de los logos de los partidos. Esta última posibilidad es la más adecuada en caso de decidir unirse a este tipo, válido y legítimo, de protesta ciudadana ante el pobre desempeño que TODOS LOS PARTIDOS POLÍTICOS han tenido en la última década, pues dejar la boleta en blanco puede dar lugar a que los representantes de los partidos o los mismos funcionarios de casilla llenen dicha boleta con votos para cualquiera de los partidos en competencia.
Para fundamentar mejor tu decisión a la hora de votar consulta lo siguiente:
I. Intelectuales reflexionan sobre el voto nulo
Denise Dresser
II. Páginas y blogs sobre el voto blanco/nulo
CENCOS
Centro Nacional para la Comunicación Social, A.C.
Asamblea Nacional por el voto nulo
http://cencos.org/es/node/21098
Impresión Política
Un blog de política mexicana
http://impresionpolitica.blogspot.com/
III. Gente de los medios opina sobre el voto nulo
http://events.mx.msn.com/elecciones2009-entrevistas.aspx