Por: Ivonne Acuña Murillo
Estimados Reyes
Magos,
Me atrevo a dirigirles esta carta pues no encuentro una
mejor instancia a quien externar mis preocupaciones en torno a lo que pasa en
México, país del surrealismo y el realismo mágico, y de aquello que me gustaría
ocurriera.
Yo sé que durante varias décadas los tuve descuidados, dejé
de creer en ustedes y de escribir mi carta. Crecí y el pensamiento mágico que
me hacía cifrar mis esperanzas en tres extraordinarios Reyes Magos se trasladó
a otra parte. Cumplí 18 años, comencé a votar y mis expectativas de cambio se
centraron en los partidos políticos y sus candidatos. Los primeros años voté
por el partido oficial convencida de que el relevo sexenal traería nuevos
proyectos, siempre en mejora constante. Con el tiempo comprendí que dicho
modelo político se había agotado y en el 2000 volteé a mirar a la derecha y le
di mi confianza al ranchero que prometió sacar al partido oficial de la casa
con árboles, así como aplastar a las tepocatas y a las víboras prietas.
He de confesar que hasta el día de hoy no sé qué son las
“tepocatas” ni he visto víboras prietas, pero igual voté por quien poco a poco
dilapidó el capital político que le dio el hecho de haber logrado una
transición democrática y pacífica, la famosa “alternancia”. Su desconocimiento
de cómo opera el sistema político mexicano, su cogobierno con el PRI, su
intención de imponer a su esposa “Martita” como su sucesora y la corrupción de
ésta y su familia, el “extravío” de millones de dólares provenientes del
petróleo, los impuestos que le perdonó a los grandes empresarios, los recursos
y privilegios dados a Televisa, los remates de productos decomisados en las
aduanas en el mismo patio de la casa con árboles, sus dislates, sus diarreas
mentales, sus afirmaciones descuidadas como eso de que “Y yo ¿por qué?”, “los
mexicanos hacen el trabajo que ni los negros” o las “lavadoras de dos patas” y
un sinfín de etcéteras, hicieron de su administración el ejemplo de una
democracia traicionada y de él un payaso que al final si merecía la frase
“cállate chachalaca”, que tanto le costó a cierto tabasqueño pronunciar.
Pero bueno, al fin y al cabo, pensé que, si al partido
oficial le había llevado 71 años aprender, bien podía yo darle otra oportunidad
a la joven derecha y voté por quien se presentó como el candidato del empleo,
ese que decía tener las manos limpias y a quien Brozo, otro payaso, se albureó
al levantar las manos, cuando el otro dijo que las suyas, reitero, estaban
limpias. Vaya un desatino, el que parecía más profesional que el de las botas
le declaró la guerra al narco y al crimen organizado sin una estrategia bien
pensada, sacó el Ejército a las calles, más para protegerse él que a la
población, después de que se hizo con el poder “haiga sido como haiga sido”, en
un proceso electoral harto cuestionado, que bien le valió un centenar de
mentadas de madre en actos públicos y reclamos coronados con la palabra
“espurio”. ¡Que poco nos duró la democracia!
Este dicharachero presidente, quien para todo tenía un dicho,
refrán o frase popular, convirtió al país en un cementerio lleno de fosas
clandestinas, decenas de miles de muertos a los que llamó “efectos
colaterales”. A éstos se suman otras decenas de miles de personas
desaparecidas, que en un momento etílico bien podría, este personaje hecho de
huevo y harina, afirmar que “andaban de parranda”.
Sin embargo, a diferencia del anterior, este mandatario,
siguiendo la máxima romana de “al pueblo pan y circo”, después de provenir del
primero, decidió dar lo segundo. Muy bien asesorado por un policía y el ex
secretario de seguridad, armó expedientes falsos, inventó delitos, construyó
culpables, realizó montajes mediáticos con supuestos rescates y detención de
secuestradores, alguna francesa entre ellos, para satisfacer el morbo popular y
hacer creer a sus gobernados que estaba haciendo lo necesario para restablecer
la paz y la tranquilidad. Por supuesto, con el claro apoyo de famosa
televisora.
Feliz, sonriente, satisfecho con lo hecho dejó de ser el
presidente del empleo para declararse, al final de su gestión, el presidente de
la infraestructura al no haber podido crear los empleos prometidos y apelando a
la corta memoria popular. En su último año de gobierno le recetó a la población
una buena spotiza afirmando el
triunfo de su “lucha”, que ya no “guerra”, contra el narco y la delincuencia.
No se puede negar que se esforzó para construir en los
medios, especialmente en la televisión, el país en el que nos hubiera gustado
vivir, pero que distaba mucho del que realmente dejó. De cualquier manera,
convencido de “sus logros”, ahora se siente en la “obligación moral” de
regresar al poder, vía su esposa, con nombre de flor, a quien la televisora más
importante ya está apoyando y para quien produjo una, no sé si exitosa o de
mediano o escaso éxito, telenovela “La Candidata” o “La Candidota” o “La
Candidiota”, no recuerdo bien.
En fin, después de este segundo intento fallido, decidí probar
de nuevo. Convencida del fracaso de la alternancia y sin importarme la
existencia de una izquierda a quien se negó o arrebató la oportunidad de
gobernar, volví a votar por … ¿quién creen? Pues por el antes partido oficial,
no más ensayos. Tal vez lo hice con la nostalgia y el recuerdo de mejores
tiempos cuando este partido daba poco espacio a la participación política a
cambio de niveles aceptables de bienestar económico. Pensé, “ellos sí saben
cómo hacerlo”, tienen “cuadros preparados”, “expertos” en todas las materias y
alguna vez hasta “amaron al pueblo”.
Si alguna duda hubiera podido tener, su candidato me
convenció. Joven, guapo, pulcro, bien vestido, no como el segundo panista y su
flor a los que toda la ropa les queda grande. Además, por si fuera poco, salía
a cada rato en la tele y, como en un cuento de hadas, perdón de telenovela, se
casó con la actriz tele novelera del momento, una a la que le decían “la dueña”,
tal vez anticipando la compra de su mansión en unas lomas, o “la gaviota”, por
aquello de ... Bueno no sé, el caso es que llegaron a la casa con árboles, otra
vez “haiga sido como haiga sido”, fuertemente apoyados por los dueños de una
tienda departamental, un grupo financiero con nombre como de mone…dero, otros
grupos políticos, uno de ellos que dicen no existe y que su nombre se parece a
la palabra “atraco”, empresarios, televisoras, conductores de espectáculos y un
sinfín de etcéteras.
Como sea llegaron, yo feliz porque pensé “ahora sí vamos a
regresar a los tiempos del bienestar, el mucho empleo, los salarios debajo de
la inflación, las muchas oportunidades de desarrollo y mucho más. Oh
desilusión, a 4 años de hacer comenzado esta administración no veo claro, ni
empleos, ni bienestar, ni salarios por arriba de la inflación, ni seguridad, ni
oportunidades.
Tal vez, ese al que le dicen “el preciso” tenga razón y soy
incapaz de ver lo bueno, porque al fin y al cabo “las cosas buenas no se
cuentan, pero cuentan mucho”. Confieso que he hecho lo posible por modificar mi
percepción y ver todo desde el ángulo de “mi presidente”, el que dice que no se
levanta todos los días pensado en “cómo joder a México”. Pero, por más que
cierro los ojos no puedo, será que soy pesimista y no tengo en consideración
que, aunque me hayan asaltado ya 5 veces en el micro, secuestrado a mi vecina,
matado a un tío lejano, desaparecido a la hija de la señora de la tienda,
encontrado en una fosa clandestina a 10 parientes que vivían, no en Tierra
Caliente ni en el norte del país ni más lejos, sino en el cercano Estado de
México, que hayan aparecido 2 cabezas humanas en un famoso centro comercial que
vive de la “santa fe”, mi marido haya perdido su empleo y yo no salga sola por
miedo a una violación o una bala perdida, no he sido capaz de pensar en el
futuro lleno de esperanza que, ni más ni menos, 11 reformas estructurales
prometen.
Creo que no es él, soy yo, soy una malagradecida y al final
todo es mi culpa pues, si los presidentes hechos de harina y huevos y aquellos
que se apropiaron el color de la bandera han hecho su mejor esfuerzo, me toca a
mí creer en todas las bondades que dicen haber logrado. Pero, queridos Reyes
Magos, por más clonazepan, calmantes, bebidas espirituosas, cigarros de la
verde, drogas sintéticas, LSD que me auto receto no puedo ver el país en que
viven mis presidentes.
Esta es la razón principal de esta carta, no habría manera
que entre el “oro, el incienso y la mirra” que ustedes reparten, me dejaran algo
de ceguera y necia confianza en los políticos de este país. Así al menos, me
tragaría toda la basura propagandística con que nos surten día tras día, sin
tener conflictos de concordancia. Esto es, así yo podría también vivir en el
mismo país que ellos, sin ninguna duda o percepción equivocada, pues al final de
eso se trata ¿no? Cambiar la percepción y no los hechos. Quiero vivir en ese país
donde las reformas estructurales si dan los frutos esperados, donde no suben
los precios de las gasolinas, el diésel, el gas, la electricidad, las tortillas
(¡Jesús!, en 3 días pasaron de 12 hasta 20 pesos el kilo), la leche (que por cierto
antes de terminar el año subió un peso y todavía anuncian un incremento más de
20 0 30%).
Ya ven, no entiendo, esa necedad mía por no cambiar mi
percepción. Me urgen unos polvos mágicos que borren de mi cerebro un país que
se desbarata ante la mirada impávida de un gobierno ciego, sordo e insensible,
y en su lugar coloquen la imagen de un México igualito al de los políticos,
donde todo va bien, donde cualquiera puede llegar a presidente y no importa si
sabe, si puede, si quiere; donde los altos funcionarios se equivocan y basta
con cambiarlos de secretaria; donde los gobernadores y hasta los presidentes
municipales le roban a la población, se dan la gran vida, aseguran el futuro de
varias generaciones de descendientes, endrogan al pueblo y no pasa nada; donde
los aguinaldos de los políticos son vergonzosamente altos y los aumentos de
precios, los gasolinazos, la alta inflación no son un problema pues se pueden
pagar y sobra; donde la gente se manifiesta pública y multitudinariamente,
bloquea calles, toma carreteras, cierra oficinas gubernamentales, hace huelgas
de hambre, performances creativos, se crucifica, se incendia y todo lo que se
le ocurra y no pasa nada pues nadie ve ni oye, ni siquiera el resto de la
población (o sea la mayoría); donde los gobiernos deslegitiman la protesta
pública enviando reventadores como los anarquistas de la ciudad más importante
del país o los saquea tiendas del estado cuna de quien gobierna o dice gobernar
en lo más alto y no los meten a la cárcel.
La lista podría continuar, pero me imagino que como ustedes
todo lo ven, ya tendrán noticia de lo que falta. Aunque yo sé que me podrían
decir que todo es mi culpa por no haber votado, que no elegido, de una manera
más inteligente, puedo decir en mi descargo que: “cada vez que voto no lo hago
pensando como joder a México” o, como alguien preguntó recientemente: ¿Qué hubieran
hecho ustedes?
“Respuesta de los reyes magos a ciudadana preocupada dejada en cualquier lugar”
Querida ciudadana
preocupada,
Hemos leído tu carta con atención, tu caso es grave y
presenta varias disyuntivas. Primero, nos llama la atención que no hayas pedido
un cambio de país; por ejemplo, podrías ser una mexicana indocumentada en la
patria de Trump, una siria o musulmana en Francia o algún otro país que haya
sufrido atentados terroristas, una pobladora de Alepo, una haitiana embarazada instalada
en la frontera de México con Estados Unidos, una salvadoreña montada en la
bestia. En fin, las posibilidades son muchas. ¡Es broma, es broma!
Segundo, que no hayas pedido que los políticos de tu país se
vayan a otro. Por ejemplo, podemos mandarlos a la… a China; a la Rusia de Putin,
al mismo Alepo.
Tercero, que no hayas pedido formar parte de esa clase
política, que saldrá del país como las ratas de un barco que se hunde, cuando
tu nación haga lo propio, llevándose todo lo que se robaron.
Cuarto, que no hayas pedido volver al pasado para votar de
nuevo, ahora si por el “mero bueno”. Aunque ya sabemos que nada garantiza.
Quinto y más importante, que hayas perdido la esperanza y no
hayas pedido que las cosas se compongan, que los políticos cambien, que se
preocupen por su país y hagan las cosas bien, que dejen de ser corruptos,
ladrones, tramposos, mentirosos (como cuando te prometieron que no iban a subir
las gasolinas), que cuiden al pueblo en lugar de robarle, explotarlo, negarle
el disfrute de los recursos del territorio (en lugar de facilitárselos a los
grandes inversionistas, nacionales y extranjeros), que no repriman a la
población cuando protesta pacíficamente y con razón, que no preparen una Ley de
la Seguridad de Adentro que les permita suspender las garantías individuales
cuando esto se ponga peor y que no te digan, en mensajes presidenciales, que en
lugar de gasolinazo hubiera habido alza de impuestos (cuando ya la hubo),
recorte a los programas sociales (cuando ya se hicieron), aumento de la deuda
pública (cuando ya aumentó), poner en riesgo la estabilidad económica (cuando
ya lo está) y que México corrija el rumbo y sea aún mejor que antes de esta
enorme debacle.
Como ves, opciones hay, pero lo que pediste son unos polvos
mágicos para ver lo que los políticos ya descritos ven, pues…. eso te trajimos.
Sólo que hay un pequeño problema, no encontramos tu zapato en la ventana,
parece que hubo saqueos en los alrededores y alguien se lo llevó. Intentamos,
como hace Santa, bajar por la chimenea y dejarlo en tu calcetín, pero no tienes
chimenea, ni calcetín, ni ventana, bueno ni casa. Probamos dejarlos con tu
diputado, pero ya sabes, se los llevó junto con todo lo que pudo. Al final, los
dejamos con quien dice representarte y velar por tu bienestar, si, ese al que
llamas “el preciso”, pero se los fumó y salió a dar un mensaje a la nación
lleno de buenos deseos, llamados de unión y apoyo y explicaciones tramposas del
aumento en el precio de las gasolinas y el diésel.
Realmente, lo sentimos, no traíamos más, “ai palotra”. Ah… y
a tu pregunta de ¿qué hubieran hecho ustedes? Nuestra respuesta es, lo que ya
hicimos, “salir por piernas”, pues ya hasta el camello, el caballo y el
elefante nos andaban bajando. Eso sí, no supimos si los ladrones eran
saqueadores, anarquistas, delincuentes, antorchistas, atracomulquenses o
políticos, que casi es lo mismo.
NOTA: Por si no es obvio, la ciudadana preocupada no soy yo, aunque si esté preocupada y haya redactado este artículo en primera persona. La "ciudadana preocupada", personifica a la ciudadanía y a la población mexicana.