Por:
Ivonne Acuña Murillo
Buenas tardes a todas y todos, agradezco
la invitación a participar en la presentación del número 26 de la Revista Foro Multidisciplinario de la Universidad
Intercontinental. Debo confesar que horas después de haber sido invitada me
sentí algo inquieta pues pensé: “Ya que esta presentación tendrá lugar nada
menos que en el contexto de la Décima Segunda Feria Internacional del Libro en
el Zócalo de la Ciudad de México es altamente probable que alguien me pregunte:
¿Cuáles son los 3 libros que han marcado su vida política? Me tranquilicé al
pensar que yo no tengo a la política como mi actividad principal, por lo que
nadie me haría semejante pregunta. Pero al poco rato recordé que Aristóteles
reconoció en todos los seres humanos a la política como una dimensión
inherente, más aún como una característica definitoria de nuestra especie, así
el llamado zoon politikon o animal
político supone que nadie escapa a un cierto ejercicio de la política, necesario
para la vida en sociedad.
Estas reflexiones me
colocaron de nuevo en un estado de intranquilidad y me regresaron a la pregunta
inicial. Entonces tomé la decisión de preparar mi respuesta y evitar ser
sorprendida en falta y luego se me acusara de no leer, de no recordar los
títulos de los libros y los nombres de sus autores o de presentar un texto, el
mío, olvidando a quien lo hubiere escrito. Es así que preparé una larga lista
de obras con sus respectivos autores y que de forma abreviada organicé en tres
volúmenes, mismos que estoy dispuesta a leer si surge la pregunta temida.
Pero para bajar su nivel de ansiedad ante tal
anuncio, puedo acortar mencionando sólo algunos de los autores que ocupan un
lugar preponderante en mi memoria. Para evitar malos entendidos no comenzaré
por la Biblia porque, aunque intenté leerla no llegué siquiera a completar uno
sólo de los textos que la componen, por lo que prefiero mencionar un libro que
de seguro si marcó y despertó mi conciencia social, hablo de El Capital de Carlos Marx, en especial
el Tomo I y el apartado denominado “Acumulación originaria de capital”, donde
el autor analiza la forma en la que, entre los siglos XV y XVIII, millones de
campesinos europeos fueron despojados de sus tierras y formas de vida y
convertidos en trabajadores “libres” algunos, en vagabundos y asaltantes otros,
estas últimas transgresiones fueron castigadas por las famosas leyes de pobres
que se aplicaban en contra de aquellos que una vez despojados no encontraban
formas “honestas” de vivir, por lo que sí se les encontraba robando o vagando
se les azotaba, marcaba, mutilaba, esclavizaba o mataba. Recuerdo incluso haber
llorado una noche cuando leía, en algún otro apartado, el caso de los niños y
niñas, hijos de las y los trabajadores o, en muchos de los casos, huérfanos,
que hacia mediados del siglo XIX eran obligados desde los 3 años a meterse por
horas, días y años en una rueca y dar vuelta a una manivela, al punto de que al
paso de los años sus pequeños cuerpos acababan deformados.
Por supuesto, no todas
las lecturas que he hecho han provocado en mí semejante pesar, a la obra
anterior se suman decenas y decenas de textos relacionados con mis años
escolares, mi actividad académica y mi curiosidad intelectual y que no menciono
para no aburrir a la audiencia. Sólo diré que he tenido el gusto de leer algunas
obras de: el gran Miguel de Cervantes Saavedra, Shakespeare, el otro grande de
la literatura universal, Manuel Paino, Luis G. Inclán, extraordinarios escritores
mexicanos, del poeta español Federico García Lorca, de Jorge Luis Borges, que
no “José Luis Borgues”, como dijera un ex presidente mexicano de triste
memoria; de Julio Cortázar, Edgar Alan Poe, H.P. Lovecraft, Óscar Wilde, Mario
Vargas Llosa, Gabriel García Márquez, el querido Gabo que el sábado pasado
celebró 30 años de haber recibido el premio nobel de literatura, Carlos Fuentes,
ilustre escritor nuestro, muerto no hace mucho y cuyo nombre fue dado al foro en
el que ahora nos encontramos, Carlos Monsiváis, parte importante de la
conciencia crítica de México y quien ya no documenta nuestro optimismo, Gabriela
Mistral, Elena (Elenita) Poniatowska, Rosario Castellanos, Ángeles Mastreta de
lo mejor que la escritura de mujeres ha dado, por nombrar sólo algunos. Confieso
también que entre los cientos y cientos de libros y autores que aún no he leído
se encuentra Peña, pero no se equivoquen, me refiero al erudito mexicano
Ernesto de la Peña, muerto el 10 de septiembre de este año.
No quiero dejar de
mencionar en este breve recuento Pedro
Páramo de Juan Rulfo y Los recuerdos
del Porvenir de Elena Garro, obras pertenecientes al realismo mágico, género
inaugurado por el primero y en el que de manera extraordinaria coexisten los
muertos y los vivos, sus angustias, deseos, recuerdos, anhelos, esperanzas, en
un espacio intemporal donde como en analogía a una cinta de Mövius el presente,
el pasado y el futuro se cruzan y confunden en una banda interminable. Y si
todavía hay quien duda que en México los muertos caminan -lo cual por otro lado
no es novedad pues ya sabíamos que votaban-, basta recordar el reciente caso de
Heriberto Lazcano, alías el “Lazca”, narcotraficante líder de los Zetas, muerto
en enfrentamiento con la policía estatal de Coahuila quien desapareció de la
funeraria donde lo entregaron por lo que ha sido bautizado por el ingenio
popular como “narcozombie”. Después de semejante pifia el Procurador de
Coahuila afirmó no tener noticia de que se “trataba de un cadáver de alta
peligrosidad” y que debía ser custodiado. Por si fuera poco, las autoridades
coahuilenses han decidido además de buscar al susodicho muerto por cielo, mar y
tierra, exhumar los cadáveres de su padre y madre para hacer pruebas de ADN y
mostrar de nuevo que, en efecto, el muerto es quien se dice que es. Pero, de
acuerdo con una filtración, los encargados de esta investigación temen que al
abrir las tumbas los progenitores hayan repetido la hazaña del capo y no estén
en sus últimas moradas sino dándose una vueltecita o “anden”, como muchos en
este país, buscando a su hijo desaparecido; razón por la cual consideran
conveniente, además de hacer las pruebas, buscar al Lazca en la cama de la muy
desafortunada niña Paulette o bajo el asiento de la camioneta del “Jefe Diego”.
Pero el realismo mágico
y los muertos que caminan no son con mucho lo único que caracteriza la realidad
nacional, en 1938 André Breton al visitar nuestro país, afirmó que México era
un país surrealista, donde el mundo de los sueños y el subconsciente se mezclan
con la realidad y el resultado es un
mundo aparentemente absurdo, a lógico, en el que los fenómenos del subconsciente
escapan al dominio de la razón. Por supuesto, habrá quien diga que eso no es
cierto, que en nuestro país las cosas absurdas no pasan nunca. Lamento mucho
tener que decir que lo cierto es más bien lo contrario y México como
país surrealista es un lugar: donde las víctimas del narco, el ejército y las
policías no son víctimas sino “efectos colaterales”; donde los fraudes
electorales y las campañas inequitativas no son tales sino muestras claras de
la gran democracia que hemos construido y por añadidura resultado de la
voluntad popular; donde la verdad jurídica niega a la verdad histórica a
contrapelo de la evidencia que muestra lo contrario; donde un “viejo” partido
es capaz de presentarse como “nuevo” cuando a todas luces sus prácticas y
valores no han cambiado y aun así gana la presidencia; donde los partidos de
oposición se mimetizan con el viejo partido y desde sus nuevas experiencias de
gobierno repiten los patrones del partido corrupto al que han criticado; donde
el que gana, gana sin ganar, repitiendo la lógica del “haiga sido como haiga
sido” y el que pierde no pierde sino que gana sin ganar; donde las televisoras son
capaces de imponer a su propio presidente de la República disfrazándolo de
galán de telenovela pasando sobre la voluntad de millones de personas; donde
los pobres, son pobres porque quieren y la clase media cada vez es menos media
y más baja y ambos conviven con el hombre más rico del mundo; donde la reforma
laboral confeccionada por los empresarios, presentada por el actual gobierno y
apoyada por el que viene precariza el trabajo y genera desempleo en todo el
mundo, menos aquí; donde las miles y miles de personas muertas, heridas,
desaparecidas y desplazadas son la prueba irrefutable de que “vamos ganando” la guerra que el gobierno
calderonista le declaró al narco y al crimen organizado; donde las y los
defensores de derechos humanos al igual que los luchadores sociales son
criminalizados mientras que los verdaderos delincuentes son protegidos; donde el
presidente electo viaja por el mundo como si ya estuviera en funciones y el
presidente en funciones trata de hacer en 6 meses lo que no hizo en 5 años y
medio; donde la realidad que el grupo gobernante y los principales medios de
comunicación pretenden no coincide con la que se vive cotidianamente; en
resumen, un país de caramelo que a fuerza de discursos y spots vacíos se nos
presenta como un barco que va viento en popa aunque no cheque con nuestra
percepción de un barco que se hunde.
Este país que
transcurre entre el realismo mágico y el surrealismo nos lleva a plantearnos
cuestiones tan trascendentales como: ¿Dónde estamos parados? ¿Hacia dónde
vamos? ¿El país, avanza, retrocede o se encuentra estancado? ¿Si, el pasado, el
presente y el futuro se superponen podemos afirmar que el pasado es el futuro?
Si por el contrario el pasado no es el futuro ¿Podemos afirmar que estamos
inaugurando una etapa cualitativamente distinta? ¿El retorno del PRI a Los
Pinos es un retroceso, una vuelta al pasado, una restauración o una etapa nueva
en la que lo viejo se confunde con lo inédito? ¿Existe la esperanza de
abandonar pronto esta realidad que lo carcome todo?
Las respuestas a estas
preguntas no están en los escritos que bajo el título “Manual para entender
México”, aparecen en la Revista que hoy presentamos, pero en ellos se pueden
encontrar algunas de las claves que posibilitan una reflexión más profunda en
torno al presente y futuro de México. Es así que a la pregunta de José Ángel
Leyva sobre las razones que explican al narco y el crimen organizado, Pablo
Gómez responde que el “[…] Estado que lanzó al mundo del resentimiento a
millones de jóvenes, un segmento de donde salen los reclutas para el crimen
organizado, actuó como generador de violencia, como un Estado irresponsable e
incapaz” (: 7). Un Estado que a decir de él mismo tiene como contraparte a “un
país deficitariamente ciudadano, pero menos deficitario que hace algunos años”
(: 11).
Por su parte, Carlos
Villaseñor sostiene que “[…] no podemos confundir la necesidad real de renovar
la cohesión social y el sentido de nuestro proyecto de nación con la solución
formal antigua” (: 16), por lo que debemos encontrar nuevos proyectos y nuevas
formas de convivencia social que nos permitan salir del punto en el que nos
encontramos.
Camilo de la Vega
afirma, antes de comenzar la entrevista a Raúl Moreno Wonchee, ambos compañeros
de mesa, que “Nos ha llegado el agua hasta el cuello. Al menos éste parece ser
el sentir general, que se recrudece todavía más en tiempos poselectorales. No
es necesario hacer un balance profundo para ver que las cosas no marchan bien”
(: 19). En el mismo sentido, Moreno sostiene que “En México, el bienestar de la
clase media no es tan sólido, puede venirse abajo en cualquier momento” (: 21).
En su diagnóstico político destaca la urgencia de “[…] que se reconstituya la
izquierda para formular una política autónoma viable que encauce la importante
fuerza electoral que representa y para reconstruir la utopía social”. También
se requiere, continua, que la derecha no se desbarate y abandoné el pragmatismo
que la destruye desde adentro y retome sus valores fundacionales; finalmente
que el PRI se renueve y reposicione ideológicamente.
Angélica Monroy en
entrevista con Lourdes Arizpe, cita a Jesús Silva Herzog, quien opina que México tiene numerosos problemas
que resolver pero el fundamental es justo “hacerlo” (: 30). Por su parte,
Arizpe dice que “México afronta grandes presiones internas ocasionadas por
grupos a los que sólo interesa acumular riqueza y poder, en lugar de pensar en
que todos nos beneficiemos de un desarrollo económico y social para que todos
avancemos” (: 31). Para ella uno de los problemas que enfrentamos tiene que ver
con que la situación de las mujeres en México ha empeorado en los últimos 10
años, por ejemplo en algunos estados de la República se encarcela a la mujer
violada que no quiere tener al hijo producto de esa violencia extrema, incluso
se prefiere que en los casos en que está en peligro la vida de la madre, ésta
muera antes que abortar.
En su artículo, Juan
Pablo Brand, también en esta mesa, propone “[…] la amnesia como una vía para
descubrir nuevos rumbos, nuevos significados. Olvidar la fantasía transmitida
de generación en generación de la llegada de un ser que organizará al país y
pondrá fin a todos nuestros pesares […] Olvidemos lo que nos enseñaron a creer
que teníamos que ser, para centrarnos en las verdaderas posibilidades de
nuestro ser” (: 39). Siguiendo esta propuesta, Tomás Serrano cita al autor
italiano Pino Cacucci, para quien acercarse al otro supone una renuncia
incondicional a “[…] nuestros propios esquemas y costumbres, liberándonos de la
inconfesada certeza de que la realidad es unívoca y unidimensional, y de que
todo puede interpretarse con una sola y única mirada” (: 48).
Es en esta búsqueda de
soluciones que José Fernando García, pasea la mirada sobre el Movimiento
#YoSoy132 y observa el despertar de una generación que comenzó rompiendo el
prejuicio de su supuesta apatía y desinterés por el otro y que a partir de las
palabras del poeta comunista turco Nazim Hikmet dibuja su estar en el mundo, a
saber “Si yo no ardo / Si tú no ardes / Si nosotros no ardemos / ¿Quién
iluminará esta oscuridad? (: 44).
Para cerrar este
recuento, quien esto escribe sostiene que México enfrenta de tiempo en tiempo
una contradicción entre la verdad histórica y la verdad jurídica, paradoja
provocada por quienes no han estado a la altura de su momento histórico y, en
función de sus propios y mezquinos intereses, han puesto a este país al borde
del colapso.
Para finalizar, agradezco a José
Angel Leyva Alvarado, Director de la revista que hoy nos ocupa, a la Jefa de
redacción Eva González Pérez y a Camilo de la Vega Membrillo, redactor, no sólo
por darme con frecuencia un espacio en su prestigiosa publicación, la cual ha
sido distinguida dos veces con el Premio Nacional de Periodismo, sino por no
haber nunca censurado, cambiado o mutilado los contenidos de mis artículos.
Gracias
por su atenta escucha.
La Revista Foro Multidisciplinario de la Universidad Intercontinental a la que hago referencia puede ser consultada en: http://es.scribd.com/doc/106863561/Revista-UIC-26
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