jueves, 9 de julio de 2009

Elecciones intermedias 2009 en México

Por: Ivonne Acuña Murillo

Anotaciones
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Voto nulo, el rechazo ciudadano

Hasta el 7 de julio y de acuerdo con resultados del PREP, el voto nulo en las elecciones intermedias 2009 se colocó, a decir de algunos, como la quinta fuerza política en el país de acuerdo con el número de ciudadan@s que se decidieron por esta opción. En función de los resultados arrojados por la primera Encuesta Nacional Sobre El Sentir Ciudadano –financiada por la Fundación Este País y realizada el mismo día de las elecciones, el voto nulo ha triplicado el porcentaje máximo que había registrado en las últimas elecciones, que había sido de 3.5 por ciento.

Según nota del Periódico El Universal (http://www.eluniversal.com.mx/notas/vi_610378.html), el llamado 'voto blanco' alcanzó el 5.39% de los sufragios, que se traducen en un total de 1 millón 839 mil 971 boletas marcadas, a éstas habrá que añadir 61 mil 618 votos para candidatos no registrados, 0.68 por ciento de la votación general, para un gran total de 1,901,589 votos nulos. Muy por encima de los votos obtenidos por el PT que se quedó con el 3.56% de la votación total, Nueva Alianza con el 3.41%, Convergencia con el 2.36%; y el Social Demócrata con el 1.03%. Por su parte, el Verde Ecologista de México, consiguió el 6.56%. En el Distrito Federal, haciendo gala de una reconocida tradición opositora, l@s electores inutilizaron el 13.29% de sus papeletas electorales, lo que suma 21 mil 265 votos nulos, se afirma en El Universal, o con cerca del 12%, de acuerdo con la encuesta mencionada.

Con estos resultados se puede afirmar que más de un millón novecientos mil ciudadanos, descontando aquellos votos que hayan sido anulados por error, hicieron patente su descontento en contra de los partidos políticos, sus candidatos, resultados y forma de gobernar.

2

Iztapalapa, la necesidad de un líder

El triunfo del candidato del Partido del Trabajo, Rafael Acosta Ángeles, “Juanito” -después del llamado hecho por Andrés Manuel López Obrador para votar por él, con intención de que éste pida licencia y se incorpore como delegada suplente Clara Brugada- no hubiera sido posible sin la enorme base social que López Obrador mantiene a pesar del fraude de 2006 y todos los intentos por denostar su actuación, sumados a los propios errores políticos de éste, como la forma en que fue “comprometido” el mismo Juanito. La existencia de esta base social responde a las enormes necesidades sociales que no han sido atendidas con efectividad por los diversos gobiernos como la pobreza, la desigualdad social, el desempleo, el hambre, etc. De esta manera, gran parte de la población, no sólo en Iztapalapa sino en todo el país, ve en López Obrador al líder, cuyo proyecto, responde a esas necesidades no atendidas. De tal suerte que mientras éstas existan, líderes como López Obrador dan a la gente la esperanza de construir un país donde la exclusión y la desigualdad social no sean la regla.

3

El viejo PRI vuelve como nuevo

En el año 2000 el PRI perdió la presidencia de la República, en el 2006 quedó como tercera fuera política con poco más de 21% de los votos, detrás del PAN y el PRD. En las elecciones intermedias de 2009 se reposiciona como primera fuerza a nivel nacional, seguido por el PAN y el PRD, y con enormes perspectivas de ganar las elecciones presidenciales de 2012, incluso ya tiene prefigurado a su candidato Enrique Peña Nieto. A nivel nacional, de acuerdo con el PREP, el Partido Revolucionario Institucional (PRI) ha sumado más de 12 millones 289 mil votos (36.81 por ciento), Acción Nacional (PAN) obtuvo nueve millones 316 mil 684 sufragios (27.91 por ciento) y el de la Revolución Democrática (PRD), cuatro millones 082 mil 469 (12.23 por ciento). El porcentaje logrado por el PRI más el 7.0% del Verde Ecologista de México, partido con el que fue en coalición, le da la mayoría relativa en la Cámara de Diputados.

Durante estos nueve años el PRI ha buscado remozar su imagen como partido de centro-izquierda mientras los otros dos grandes partidos a nivel nacional se debaten entre pleitos internos y descrédito público. Sin embargo, el PRI tiene sus propios escándalos como los vividos por los gobernadores de Puebla y Oaxaca, acusados de brindar protección a redes de pederastas y de ejercer violencia excesiva contra luchadores sociales, entre otras cosas.

Este “nuevo” PRI que ahora se nos presenta como el partido que si “sabe hacer las cosas, que si sabe gobernar, que tiene toda la experiencia”, no puede borrar de su historia el co-gobierno que durante dos sexenios se ha dado entre éste y el PAN; la introducción del modelo económico neoliberal, en el sexenio de Miguel de la Madrid Hurtado -aquel acusado por Carlos Salinas de Gortari, de “envejecimiento inexplicable” y quien afirmó en entrevista con Carmen Aristegui, que “el sistema político para su funcionamiento necesita de la impunidad”-, teniendo como consecuencias: la primacía de la acumulación de capital sobre el bienestar de la gente; la reducción del papel del Estado como institución proveedora de bienestar social y la consecuente disminución del gasto social y el surgimiento de la ‘sub-clase’ (trabajadores precarios, desempleados y gente con escasas o nulas prestaciones sociales); el rompimiento del acuerdo social inter-clases dejando todo al mercado; la mercantilización (privatización) de los derechos sociales; la precarización de las condiciones de trabajo; el derrumbe de la condición salarial; la renuncia a mejorar la redistribución de la riqueza, la renta, el trabajo, el salario; la creación de un mercado expulsor y precarizador de mano de obra; y finalmente, la renuncia a minimizar los efectos negativos del mercado, dejando todo a la competencia.

A lo anterior habrá que agregar las viejas prácticas corporativo-clientelares refuncionalizadas en razón de los nuevos pesos y contrapesos; las alianzas con partidos, como el Verde Ecologista de México, acusado de ser un partido familiar que vive del presupuesto; el PANAL de Elba Esther Gordillo, partido salido de uno de los sindicatos más “disciplinados” y poderosos de América Latina, mismo que la “maestra” comanda y pone a disposición del mejor postor sobre todo en tiempo de elecciones; con poderes fácticos como el de las televisoras, Televisa y TVAzteca para, contraviniendo la legislación electoral, posicionar a sus candidatos en los medios, en especial a Enrique Peña Nieto, a partir de un proceso de "spotización", que suple de manera negativa el debate y la confrontación de ideas, y de paso evidencia la incapacidad del IFE para evitar los excesos cometidos por éstas.
Este es el “viejo” PRI que está como “nuevo” para reconquistar aquello que perdió.

4

El triunfo del PRI debilita a Felipe Calderón


El domingo, el PAN perdió 63 curules para quedarse con 143, de 206 diputados federales que tenía; se trata de una caída de 31 por ciento. Mayor a la ocurrida durante el sexenio de Vicente Fox Quesada que fue de 27%: de 206 diputados que obtuvo el PAN en 2000, pasaron a 151 en la elección intermedia de 2003, una pérdida de 55 legisladores.

La victoria del PRI sobre el partido de Felipe Calderón Hinojosa deja a éste debilitado y lo obliga, hoy más que nunca, a buscar alianzas con el primero, pues no cuenta con los votos necesarios para sacar adelante su agenda legislativa en los siguientes tres años. Como en el sexenio de Vicente Fox Quesada, Calderón enfrenta la situación de un gobierno dividido al no tener mayoría en ninguna de las dos cámaras del Congreso. El riesgo evidente, en este caso, es la parálisis gubernamental si el PRI, acompañado por el PVEM, decide bloquear las iniciativas que vengan del ejecutivo o, en su caso, imponer las propias.

Existe por supuesto la posibilidad de que ambos decidan colaborar en el contexto de una tensa relación con vistas a las elecciones presidenciales del 2012, en la que cada uno intentará ganar presencia a costa del otro y achacar los fracasos derivados del modelo económico impuesto por ambos a su adversario. Aquí podría funcionar, como en otros tiempos, el intercambio de “favores”.

Igualmente, puede ocurrir que uno ceda frente al otro, más probablemente el presidente frente al PRI, a menos que tenga un as bajo la manga y pueda ofrecer algo valioso al PRI o en su defecto coaccionarlo para que lo deje gobernar.

Una cuarta opción sería una combinación de las tres anteriores y su aplicación diferenciada dependiendo del contexto y el asunto a negociar.

Pero, sea cual fuere la estrategia de acción que decidan seguir el Ejecutivo y el PRI los siguientes tres años serán difíciles, políticamente hablando, para el país en su conjunto, dado que lo que se juega en el 2012 es el mantenimiento de la presidencia, por parte del PAN o la vuelta a ésta, por parte del PRI.

En este contexto, el fracaso del PRD debido a sus problemas internos y la inminente ruptura entre las dos corrientes más fuertes: Nueva izquierda, liderada por Jesús Ortega y Jesús Zambrano, “los Chuchos”, e Izquierda unida, liderada por Andrés Manuel López Obrador, suponen el establecimiento de un bipartidismo de centro- derecha (PRI – PAN), al menos hasta que la izquierda logré reconstituirse en un nuevo partido y ofrezca a la ciudadanía una tercera opción que enfrente a las otras dos fuerzas políticas con un proyecto alternativo de nación, tarea titánica para lograrse en sólo tres años.

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