Como en el cuento "Casa tomada", de Julio Cortázar, el Estado mexicano ha sido "tomado" por las élites política y económica. En el cuento de Cortazar, la casa de Irene y su hermano (narrador de la trama) es poco a poco arrebatada a éstos por personajes sin rostro, nombre o historia, los cuales sólo son percibidos como ruidos y susurros de conversación, como se aprecia en la siguiente cita:
"Lo recordaré siempre con claridad porque fue simple y sin circunstancias inútiles. Irene estaba tejiendo en su dormitorio, eran las ocho de la noche y de repente se me ocurrió poner al fuego la pavita del mate. Fui por el pasillo hasta enfrentar la entornada puerta de roble, y daba la vuelta al codo que llevaba a la cocina cuando escuché algo en el comedor o la biblioteca. El sonido venía impreciso y sordo, como un volcarse de silla sobre la alfombra o un ahogado susurro de conversación. También lo oí, al mismo tiempo o un segundo después, en el fondo del pasillo que traía desde aquellas piezas hasta la puerta. Me tiré contra la puerta antes de que fuera demasiado tarde, la cerré de golpe apoyando el cuerpo; felizmente la llave estaba puesta de nuestro lado y además corrí el gran cerrojo para más seguridad" (1986: 13).
Pero los esfuerzos de Irene y su hermano por defender su casa no fueron suficientes, finalmente: "Desde la puerta del dormitorio (ella tejía) oí ruido en la cocina; tal vez en la cocina o tal vez en el baño porque el codo del pasillo apagaba el sonido. A Irene le llamó la atención mi brusca manera de detenerme, y vino a mi lado sin decir palabra. Nos quedamos escuchando los ruidos, notando claramente que eran de este lado de la puerta de roble, en la cocina y el baño, o en el pasillo mismo donde empezaba el codo casi al lado nuestro. [...] No nos miramos siquiera [...] Cerré de un golpe la cancel y nos quedamos en el zaguán. Ahora no se oía nada. Han tomado esta parte, dijo Irene [...] Antes de alejarnos tuve lástima, cerré bien la puerta de entrada y tiré la llave a la alcantarilla. No fuese que a algún pobre diablo se le ocurriera robar y se metiera en la casa, a esa hora y con la casa tomada" (Ibidem.: 16).
La forma en la que Cortázar cuenta como la casa fue poco a poco tomada me recuerda la historia reciente de México en la que gradualmente, ciertas élites política y económica han tomado el Estado. Se puede hacer un largo recuento de los hechos que han caracterizado el largo proceso a partir del cual finalmente hoy, 2009, se consuma la traición a la revolución popular ocurrida durante la Revolución Mexicana, según el propio Héctor Aguilar Camín. Esa traición comenzó con el triunfo del grupo Sonora y la derrota de Villa y Zapata. Durante los años del milagro mexicano, el Estado parecía un leviatán "bicéfalo", con una cabeza preocupada por cumplir ciertas demandas populares y otra por modernizar al país y apoyar a la iniciativa privada. Y a pesar de que el Estado parecía preocupado por conservar cierto equilibrio entre ambas cabezas, con el paso del tiempo la segunda devoró a la primera. Este proceso se aceleró a partir de 1982, año en que sube a la presidencia el primer presidente neoliberal, Miguel de la Madrid Hurtado, ese que hoy es acusado de "envejecimiento inexplicable" y que niega sus declaraciones en torno a Carlos Salinas de Gortari, su sucesor. Su sexenio vio el inicio de la serie de privatizaciones que de una manera u otra han tenido lugar en México, en beneficio de cierta élite política y económica.
A diferencia del cuento, los personajes que han tomado al Estado tienen nombre, rostro y una historia, y los habitantes y ciudadanos de este país, desde la cotidianidad de nuestra vida diaria, observamos como poco a poco el Estado va siendo tomado a partir de acuerdos cupulares en los que nuestra opinión e intereses parecen pesar muy poco. ¿Seremos capaces de escuchar los susurros, y a veces gritos, que nos avisan que tal toma está ocurriendo? ¿Nos dará tiempo de escapar como hicieron Irene y su hermano? ¿O acaso tendremos que desalojar al país y tirar la llave a la coladera como hicieron Irene y su hermano? ¿Tendremos que dejarlo en manos de aquellos que lo han tomado para sí pasando por encima de nuestros derechos? Habrá que reflexionar en torno a las opciones que Irene y su hermano no tuvieron o no supieron buscar resignándose a abandonar aquello que por derecho les pertenecía.
A diferencia del cuento, los personajes que han tomado al Estado tienen nombre, rostro y una historia, y los habitantes y ciudadanos de este país, desde la cotidianidad de nuestra vida diaria, observamos como poco a poco el Estado va siendo tomado a partir de acuerdos cupulares en los que nuestra opinión e intereses parecen pesar muy poco. ¿Seremos capaces de escuchar los susurros, y a veces gritos, que nos avisan que tal toma está ocurriendo? ¿Nos dará tiempo de escapar como hicieron Irene y su hermano? ¿O acaso tendremos que desalojar al país y tirar la llave a la coladera como hicieron Irene y su hermano? ¿Tendremos que dejarlo en manos de aquellos que lo han tomado para sí pasando por encima de nuestros derechos? Habrá que reflexionar en torno a las opciones que Irene y su hermano no tuvieron o no supieron buscar resignándose a abandonar aquello que por derecho les pertenecía.
Referencia:
Cortázar, Julio, "Casa tomada", en Cuentos, Barcelona, Ediciones Orbis, S.A., Jorge Juis Borges (que no José Luis Borgues, por eso de la incultura) Biblioteca Personal, 1985.