Por: Ivonne Acuña Murillo
El sábado 15 de mayo amanecimos con la noticia de la desaparición de Diego Fernández de Cevallos, alías el "jefe", a la entrada de uno de sus "muchos" ranchos. En las horas que siguieron a la noticia comenzaron a circular en los medios diversas versiones de los hechos: se habló de un supuesto secuestro, tal vez de la delincuencia organizada o más específicamente del narcotráfico; luego se dijo que había aparecido muerto; después que estaba herido en un hospital de Querétaro; algunas horas más tarde que estaba siendo buscado al menos en cuatro estados de la República; para concluir con la sospecha de que había sido secuestrado para ser intercambiado por el capo Nacho Coronel, quien se encontraba preso, lo cual por cierto es falso. Después de todas estas pifias informativas, el lunes 17 de mayo Joaquín López Doriga, alías el "profe", en su noticiero televisivo, se autocensuró y dijo que no transmitiría más las noticias en torno a estos hechos para no entorpecer las investigaciones ¿Más? Tal vez lo hizo para evitar que se enrederan las cosas como en el asesinato de la pobre niña Paulette Gebara Farah. Pobre porque su condición de hija de familia rica amiga de gobernadores ha impedido que los verdaderos culpables de tan terrible "accidente" sean detenidos, juzgados y castigados. Por lo anterior y para evitar un largo camino de confusiones y dado que el "jefe" cuenta con todas las instituciones del Estado involucradas en este tipo de delitos (lo cual no pueden presumir los ciudadanos comunes que pasan y han pasado por lo mismo) yo propongo de una vez por todas que busquen a Diego Fernández entre el colchón de su cama y la piecera, con toda seguridad se rodó y está ahí vistiendo la pijama de su hermano y envuelto en su sabanita. ¿Para qué hacernos pasar de nuevo por el tortuoso camino de la justicia alla messicana?
¿Quién lo diría?
Órganos - Helguera
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