Por Ivonne Acuña Murillo
Pensar que el pasado está al volver, junto con el PRI a Los Pinos, es un desatino no sólo teórico sino histórico. Es bien sabido que cada momento histórico es único e irrepetible, pues no es posible que se repitan una y otra vez todas las variables y se den los mismos resultados, que se realicen las mismas acciones y aparezcan los mismos personajes. Sin embargo, si es posible hablar de algunos factores, costumbres, elementos culturales que se mantienen como constantes o reaparecen en diversos contextos históricos. Ese es el tema de este artículo, reflexionar en torno a los factores que en materia política reaparecen en un contexto histórico cualitativamente diferente como el posible regreso del PRI a Los Pinos y sus implicaciones.
El domingo 3 de julio hubo elecciones en cuatro estados: Coahuila, Nayarit, de México e Hidalgo, en los tres primeros se votó para gobernador, en el primero además se votó por 25 diputaciones federales (16 por mayoría relativa y 9 de representación proporcional); en el segundo, 20 Ayuntamientos (Presidente municipal y regidores) y 18 Diputados locales; en el tercero sólo se eligió gobernador; y en el último sólo se votaron 84 alcaldías. A nivel de las gubernaturas el PRI sigue a la cabeza al mantener, con el triunfo de las 3 gubernaturas, 19 Estados, lo que lo mantiene como gobernante de más de 60.3 millones de habitantes. En el Estado de Coahuila el candidato del PRI Rubén Moreira ganó con el 59.95% de los votos, contra 35.23% de su más cercano adversario Guillermo Anaya Llamas del PAN y en 16 distritos electorales de 25. En el Estado de México, la diferencia entre el primero y segundo lugar fue mayor: Eruviel Avila ganó con el 62.0% de los votos contra 21.09% de Alejandro Encinas Rodríguez, de la Coalición Unidos Podemos Más: PRD/PT/Convergencia y 12.47% de Felipe Bravo Mena, del PAN, 40.01 puntos más que Encinas y 49.53 más que Bravo Mena. Finalmente, en Nayarit, a diferencia de los dos primeros, la competencia fue cuantitativamente mayor, el candidato priísta ganó con el 48.0% de los votos, mientras que la candidata del PAN obtuvo el 38.0 % y Guadalupe Acosta Naranjo del PRD 11%; en el mismo estado, el PRI ganó en 12 de 20 ayuntamientos y 14 diputaciones de 18.
Como puede observarse el PRI se llevó “el carro completo” casi como en sus mejores tiempos, y digo casi, porque en las primeras décadas del partido, ya como PNR (Partido Nacional Revolucionario) o como PRM (Partido de la Revolución Mexicana) obtenía votaciones muy cercanas al 100%; por ejemplo, Lázaro Cárdenas del Río ganó la presidencia con el 98% de los votos; Manuel Avila Camacho con el 94.0%; ya como candidato del PRI Adolfo López Mateos venció con el 91%; Gustavo Días Ordaz con el 89%; Luis Echeverría Alvarez con el 86%. Entre ellos hubo bajas hasta el 74% como en el caso de Adolfo Ruíz Cortinez y Miguel de la Madrid Hurtado, pero nada comparado con el 50% de Carlos Salinas de Gortari con todo y caída del sistema, 1988 es el año en que comienza la debacle electoral del PRI, hasta el 22.26% de Roberto Madrazo Pintado, en 2006.
La debacle electoral del PRI responde entre muchos otros factores a las reformas políticas, principalmente las de 1977 y las del año 1996, que permitieron el desarrollo de una ciudadanía de tipo político, capaz de ejercer su derecho a participar políticamente y decidir los equilibrios del poder, de manera que los votos perdidos por el PRI, a partir de 1982, poco a poco fueron pasando a la oposición, ya de derecha ya de izquierda. Desde 1997 el partido en el gobierno no tiene la mayoría absoluta dentro del Congreso, y por lo tanto depende de alianzas con los partidos de oposición para sacar adelante sus iniciativas pues la oposición en su conjunto tiene la mayoría del Congreso, lo que implica que puede aprobar iniciativas contrarias a lo propuesto por el poder ejecutivo.
Un buen ejemplo de la ciudadanía que no deja en manos de un sólo partido todo el poder es el Estado de México, donde en los últimos 20 años la oposición perredista y panista había ganado terreno, a pesar de que por más de 80 años el Estado ha sido gobernado por el PRI. En 1990, sólo cinco municipios de 122 estaban en manos de la oposición, éstos eran: Cocotitlán, Cuautitlán, Chiconcuac, San Martín de las Pirámides y Tequixquiac. Para 1993 ese número creció al sumarse Aculco, Atenco, Coyotepec, Chapultepec, Huehuetoca, Juchitepec, San Antonio la Isla, Tepetlaoxtoc y Villa Guerrero. En 1996 el número de municipios perdidos se elevó a 49, 40% del total. Entre éstos, algunos de los más grandes, con alta densidad de población y desarrollo quedaron en manos del PAN: Atizapán de Zaragoza, Coacalco, Cuautitlán Izcalli, Naucalpan y Tlalnepantla; del PRD, Nezahualcóyotl, La Paz y Texcoco (Igor Vivero y Rafael Cedillo, 2006: 8-9
Sin embargo, esta ventaja se vio disminuida en las elecciones intermedias de 2009, a nivel federal las elecciones legislativas muestran una clara victoria del PRI, porcentajes: PRI 36,89% - PAN 27,98% - PRD - 12,20%. En el Congreso: el PRI pasa de tercera a primera fuerza; el PAN de mayoría a primera minoría; el PRD de segunda fuerza a tercera. A nivel estatal, el PRI se situó como la primera fuerza política con un millón 987 mil 250 votos (39.15%), seguido por el PAN, con un millón 63 mil 935 votos (20.96%), quedando en tercera posición el PRD con 799 mil 811 votos (15.75%). Esto supuso la pérdida del “corredor azul” para el PAN y del “cinturón amarillo” por parte del PRD. El PRI gana 95 alcaldías de un total de 125 municipios en el Estado de México, arrebató al PAN Naucalpan y quitó al PRD Ecatepec y Nezahualcóyotl, también ganó Cuautitlán Izcalli y Toluca. También ganó bastiones históricos del PAN y PRD, con los distritos 1 y 2 del valle de Toluca, además del 29 y 30 de Naucalpan y el 16 en Atizapán, donde el PAN perdió todo. Además ganó los distritos 24, 25, 26 y 32 de Nezahualcóyotl. Finalmente, el PRI y sus aliados del PVEM y el PANAL ganaron 40 de las 45 diputaciones locales de mayoría. En resumen, el PRI recuperó los llamados “cinturón amarillo” y “corredor azul”, del PRD y PAN respectivamente.
Pero, más allá de los números cabe preguntarse ¿Qué caracteriza a las últimas elecciones en los estados de Coahuila, de México y Nayarit?
- Ganó el abstencionismo y la estructura corporativo-clientelar del PRI, a pesar de que. Encinas ganó los debates frente a Eruviel Avila y Bravo Mena no sirvió de nada en contra de la estructura priísta.
- Se gastó mucho dinero en los partidos del Estado de México, sobre todo se sospecha que el PRI rebasó, y con mucho, los topes de campaña. Esto unido al abstencionismo elevó enormemente el costo de cada voto.
- Hubo muchas promesas, incluso firmadas ante notario, pero no propuestas integrales.
- Los aparatos de gobierno se convirtieron en aparatos electorales, lo que provocó la desciudadanizaron o partidizaron de los órganos electorales, esto supuso un asalto a las autoridades electorales.
- Los delitos electorales más reportados fueron: compra del voto; condicionamiento de recursos públicos; obligar a votar a empleados estatales; actos proselitistas durante las votaciones; detenciones de militantes panistas y perredistas por parte de autoridades priístas.
- Hubo cooptación, intimidación, construcción y uso de clientelas.
- En conclusión volvió a ganar la vieja cultura política priísta (clientelismo, compra del voto, intimidación, cooptación) y la gran derrotada fue la democracia.
Lo anterior lleva a pensar que el dispendio en las elecciones por la presidencia del año próximo será enorme, que los tres principales partidos harán lo que haya que hacer para ganar a pesar de que el mejor posicionado, como hemos visto, es el PRI. Que podría haber competencia entre los tres grandes partidos en función de sus candidatos, si es que el PAN logra posicionar a un candidato o candidata antes de fin de año, más que de sus estructuras, pues en eso el PRI no tiene rival, sobre todo si recordamos que gobierna en 19 estados a 60.3 millones de personas.
Por otro lado, PAN y PRD deberán pensar seriamente en formar una coalición para poder darle pelea al PRI, a quien en las tres últimas elecciones le funcionaron muy bien, como a PAN y PRD en otras elecciones. En este sentido, podría especularse que los tres grandes partidos estarían en competencia no sólo por ganar votos, sino y antes de eso por congraciarse con Elba Esther Gordillo, cuyo aparato electoral parece ser el fiel de la balanza para perder o ganar las elecciones.
Puedo afirmar que si el PRI gana la presidencia en 2012, en los próximos años veremos a un PRI más preocupado por afianzar su vuelta al poder que por la población, el desempleo, la inseguridad, el narcotráfico y todos aquellos problemas que aquejan a los más amplios sectores sociales.
Pero, no todo es triunfo para el PRI, habrá que analizar, de manera contrastante, su pérdida en los Estados de Oaxaca, Puebla y Sinaloa donde el PRI perdió las gubernaturas en 2010, a pesar del derroche de recursos, del apoyo de la cúpula priísta, de las estrategias puestas en práctica por los corruptos gobernadores priístas para inclinar los resultados electorales en favor de su partido y de su voto duro, la ciudadanía decidió por la oposición.
Cuando la ciudadanía se decide pesa más que las estructuras. De manera que lo único que puede cambiar el posible retorno del PRI a Los Pinos es el crecimiento en número de la ciudadanía política y el aumento de la conciencia social de aquell@s que realmente quieren un cambio y no están dispuest@s a dejarse manipular, cooptar, comprar, engañar.
Enseguida encontrarás dos cápsulas, grabadas por la Ibero, con pequeños análisis en torno a las elecciones del 3 de julio de 2011.
Enseguida encontrarás dos cápsulas, grabadas por la Ibero, con pequeños análisis en torno a las elecciones del 3 de julio de 2011.
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