La loable marcha de los y las periodistas que tuvo lugar el 7 de agosto de 2010, del Monumento de la Independencia a la Secretaría de Gobernación, en la que estuvieron presentes muy pocos periodistas de peso, como Froylan López Narváez, Miguel Ángel Granados Chapa, José Cárdenas entre otros, puede ser vista desde muy diferentes ángulos.
Por un lado, desde el punto de vista de un gremio que ha visto minados sus derechos a saber e informar, a un ejercicio profesional seguro, a la libertad y a la vida. Igualmente al interior como un gremio separado por los intereses de las diversas empresas informativas, de grupo, incluso por intereses personales, lo cual desembocó en que muchas de las figuras públicas de la comunicación no acudieran. Lo anterior es un fuerte obstáculo para que este gremio presente un frente común en su lucha contra las agresiones de que son objeto.
La marcha de ayer puede ser analizada como un evento público con un muy escaso poder de convocatoria y al que sólo acudieron alrededor de 700 personas, en su mayoría periodistas, amigos y familiares, entre ellos niños, niñas y bebés, los que si no faltaron fueron los vendedeores ambulantes que se dieron cita a las afueras de la misma Secretaría de Gobernación.
Puede cuestionarse al grupo organizador y sus pocas posibilidades para comprometer a un número mayor de personas dispuestas a apoyarl@s en su hoy peligrosa profesión; puede asimismo pensarse que la poca concurrencia puede estar relacionada con el posible nexo que las personas convocantes tengan con Televisa y el rechazo que esta televisora genera no sólo entre los posibles manifestantes sino en otros medios y al cuestionar que hasta que los agredidos fueron periodistas contratados por esta empresa comenzaron las movilizaciones. Desde otro punto de vista, el más preocupante, la falta de respuesta ciudadana puede deberse a la apatía propia de un pueblo que poco a poco se acostumbra a todo y que es incapaz de relacionar los ataques a diversos medios, periodistas y el derecho a saber e informar con su propio derecho a ser informad@s.
Pero más allá de cualquier explicación en este blog se quiere resaltar que muchos de l@s 64 periodistas asesinados, han muerto cumpliendo con su compromiso de mantener informada a la ciudadanía de los múltiples sucesos que ocurren en este país, muchos de los cuales tienen una incidencia directa sobre nuestra forma de vida y la información por ell@s proporcionada nos permite estar alerta en la defensa de nuestros diversos derechos e intereses.
Hacer hincapié también en la lucha que muchos de ellos y ellas están dando o han dado, incluso a costa de su propia vida, para que este país sea un mejor lugar para vivir, como en el caso de Felícitas Martínez y Teresa Bautista, Miguel Ángel Villagómez, Ramón Ángeles Zalpa, Evaristo Ortega Zarate, José Armando Rodríguez, Gerardo Paredes, Roberto Marco García, Mauricio Estrada Zamora, José Manuel Nava, tod@s muert@s; o de Carmen Aristegui y Maribel Fernández, dos valientes periodistas que defienden su derecho a informar y son capaces de darle voz a aquellos que de otra manera permanecerían en la obscuridad, por mencionar sólo dos de las más conocidas y dado que esa lucha tarde o temprano nos beneficiará a todos y todas deberíamos como sociedad construir un cerco civil en torno a estas personas que están haciendo lo que la mayoría de nosotr@s debería estar haciendo y la marcha de este sábado podría ser el primer paso para lograrlo.
México nos pertenece a tod@s, por esta razón el hecho de que tan poca gente, más allá de los periodistas sus familiares y amigos, acudiera puede interpretarse como un indicador de apatía de una sociedad que todavía no está dispuesta a defender las causas en las que no se piensa directamente involucrada, aunque su juicio sea equivocado, pues el derecho a la información es para tod@s y es una factor imprescindible para una democracia sana en camino de consolidarse, todo lo contrario de lo que hoy tenemos.
Nota: El video y las fotografías fueron tomados por Francisco Villalpando.
Nota: El video y las fotografías fueron tomados por Francisco Villalpando.