lunes, 8 de octubre de 2012

REFORMA LABORAL CALDERONISTA O SÁLVESE QUIEN PUEDA


Por: Ivonne Acuña Murillo

En el fondo de la reforma laboral -cuyos verdaderos autores son cinco abogados de la Confederación Patronal de la República Mexicana, Coparmex- enviada por Felipe Calderón Hinojosa al Congreso como iniciativa preferente para su revisión y posible aprobación, se encuentra una combinación de implicaciones e intenciones visibles y no visibles que contrastan con los discursos a favor de esta controvertida reforma a punto de ser aprobada
Entre las consecuencias obvias para los expertos e informados, pero no así para el común de la gente, se pueden mencionar la formalización de la precariedad en el empleo, la posibilidad de que los empresarios puedan despedir, cuando quieran y bajo sus condiciones, a sus trabajadores; que se contrate a la gente por horas y/o a prueba sin tener que reconocerles ningún tipo de derecho; que se desactive la resistencia sindical y los contratos colectivos de trabajo, más en perjuicio de los trabajadores que de los líderes sindicales; que el interés de las y los trabajadores quede supeditado al interés económico de los empleadores, etc. La tan cacareada flexibilización del trabajo supone echar por tierra los derechos laborales ganados en más de un siglo de lucha en aras de beneficiar a una parte del sector empresarial, facilitando la transferencia de la renta del trabajo al capital. Esto va acompañado de discursos, oficiales unos, políticos y empresariales otros encaminados a rodear de un halo de legitimidad a una reforma que se presenta como necesaria para crear empleos, dinamizar el mercado interno y recuperar el crecimiento económico. En el fondo se trata de legalizar aquello que informalmente ya ocurre y que justo ha tenido el efecto contrario: ni más empleos, ni crecimiento económico, ni mejoría del mercado interno. 
Pero, lo anterior no es una novedad ni ocurre sólo en México, sino que es parte de un proceso mundial producto de un modelo económico que exacerba las contradicciones entre el capital y el trabajo, en detrimento de éste último, con el agravante de que, a decir del experto en la materia Arturo Alcalde Justiniani[1], es aquí donde estas medidas, a diferencia de otros países, se pretenden aplicar dejando a los trabajadores en una mayor indefensión.
La trampa está en rodear las malas intenciones de dicha reforma con supuestas ventajas como el permiso por paternidad, derecho que por supuesto debe incluirse ya en toda reforma laboral, pero que no alcanza para minimizar los perjuicios que provocarán los cambios propuestos; o la puntualización, hecha de manera tramposa, en torno a que no se podrá condicionar la contratación de una mujer con la prueba de embarazo o despedirla por estar embarazada, dado que esas disposiciones están incluidas en la Ley Federal del Trabajo desde hace años y son principios que de manera reiterada violan los empleadores cuando de contratar a una mujer se trata, por mencionar sólo algunas.
Un discurso a favor es del PAN, en cuya representación Juan Bueno Torio, integrante de la Comisión de Trabajo y Previsión Social de la Cámara de Diputados, afirmó que esta reforma permitirá colocar a México cerca del lugar número 90 en competitividad laboral, lo cual permitirá mayor inversión” (Revista EMET, 19-09-12, http://goo.gl/Dn1Ms), lo que no se dice es que, en efecto, México compite con otros países pero a la baja para ofrecer a los inversionistas extranjeros mano de obra barata, además de las ventajas que conlleva la desprotección laboral y las violaciones continuas a los derechos de los trabajadores.
Un punto más que presenta implicaciones claras y otras no tan visibles se relaciona con el hecho de poner límites a los poderosos líderes sindicales en torno al cobro de cuotas y la transparencia en el manejo de éstas. Esto que salta a la vista esconde no sólo mensajes cifrados sino oscuras intenciones. Por un lado, cabría preguntarse ¿A quién beneficia o podría beneficiar la intención de poner un freno económico a los corruptos líderes sindicales? Por otro lado, ¿Se atreverá la administración priísta, en el remoto caso de que se apruebe esta parte de la reforma, a poner límites a la poderosa profesora Elba Esther Gordillo? ¿Por qué Calderón no lo hizo y ahora ofrece a su sucesor en bandeja de plata dicha posibilidad? ¿Habrá cambios en PEMEX? ¿Sufrirán otros sindicatos la suerte del SME? ¿Las implicaciones económicas y políticas de la reforma elaborada por la COPARMEX supondrán finalmente la derrota histórica de las y los trabajadores mexicanos y/o un cambio en el equilibro de fuerzas dentro del corporativismo mexicano? ¿Calderón mandó esta reforma para evidenciar la complicidad del PRI y los corruptos sindicatos una vez que esta parte de la iniciativa no pasará?
La respuesta a éstas y otras preguntas sólo podrá darse en el marco del sexenio que está por comenzar. Pero no terminan ahí las consecuencias todavía invisibles que los cambios que en materia laboral ha impuesto el actual modelo económico depredador. La reforma laboral así planteada no restringe sus consecuencias al ámbito meramente laboral o político, sino que extiende su influencia al ámbito de la vida social en su conjunto si consideramos que el trabajo es el eje sobre el que se estructura la vida en sociedad. Hasta ahora, a pesar de la fuerte crisis del empleo, los ciclos vitales de millones de personas aún están organizados en torno al trabajo: los primeros años de la vida están destinados a la adquisición de los conocimientos y la preparación suficiente para obtener un empleo; en un segundo momento, el de la “vida activa”, las personas ponen o intentan poner en práctica aquello para lo que se prepararon; finalmente, una vez terminada esta etapa y obtenida la jubilación (para quienes todavía poseen ese derecho) la gente disfruta, a partir de una pensión, de los beneficios de una vida de trabajo. Más aún, el hecho de tener un empleo da a las personas un lugar en la familia y la comunidad, les proporciona estatus, reconocimiento, identidad, sentido de pertenencia. Por el contrario, la falta de éste se ha convertido en un detonante de enfermedades físicas y mentales, de desprecio, abandono, exclusión, marginación, soledad y suicidios. Los desempleados son ahora los nuevos parias de la tierra.
Detrás de los desempleados se encuentran los empleados precarios, la gran mayoría de los cuales subsiste con dos dólares diarios, ingreso que nunca les permitirá salir de la pobreza y acceder a mejores condiciones de vida. Para los que logran ganar un poco más el futuro no es tampoco halagüeño, pues sus salarios siempre están por debajo de la inflación. A este grupo le sigue un tercero, el de quienes teniendo lo que podrían considerarse buenos salarios no logran asegurarse una vejez tranquila, toda vez que la inestabilidad laboral no les permite planear a largo plazo. Las personas que se ubican en estos tres grupos son para quienes observan de manera crítica el actual modelo económico losers o “perdedores” en buen español. Finalmente, en la cúspide de la pirámide se encuentran los trabajadores privilegiados, los VIP (Very Important People) o “ganadores” que además de tener sueldos extraordinarios cuentan con todas las ventajas de la seguridad social, de las que han sido privadas la mayoría de los integrantes de las futuras generaciones y aún de los que hoy superan los 40 años. Esta reforma entonces no disminuirá la distancia entre los perdedores y los ganadores, sino que consolidará la precariedad de los primeros.
Pero las consecuencias invisibles o no tan obvias no paran ahí, en el marco de la empresa, la desestabilización laboral, la falta de seguridad en el empleo, la precarización de las condiciones de trabajo, los despidos masivos, las contrataciones por horas o a través de empresas subcontratistas, la fragmentación del trabajo, etc., generan el rompimiento o la inexistencia de lazos afectivos y empatía entre compañeros hasta provocar el advenimiento de un individualismo extremo y una competencia caníbal entre pares y, por tanto, una falta de solidaridad con quien puede ser visto como un rival.
Por otra parte, el hecho de que los dueños de empresa se vean en la necesidad de “estar a la moda” y “modernizar” sus negocios les lleva a contratar firmas que se ocupan de reducir la estructura, decidir quien se va y quien se queda y aún de despedir a aquellos elementos que “corrieron” con la mala suerte de que sus puestos de trabajo y aún ellos mismos fueran considerados “superfluos”. Esta práctica provoca la desaparición de puestos medios y la ruptura de la cadena de mando y autoridad, además de que abre una enorme brecha entre el empleador y el empleado dando al traste con los compromisos morales entre ambos. Este proceso de “destrucción creativa”, en la que un grupo de “expertos”, los llamados consultores, se atreven a reorganizar una compañía sin conocerla a fondo, provoca que en muchas de las ocasiones se despida a quien posee la experiencia y los conocimientos necesarios para el buen funcionamiento de los procesos de trabajo y en su lugar se coloque a eventuales o gente sin experiencia con la clara intención de pagar menos[2]. Esto, unido al desgaste físico y mental que ocasiona el tener que tomar varios empleos para reunir un salario “decente” o cubrir jornadas extenuantes en la medida que a los que no son despedidos se les suman las cargas de trabajo de los que se fueron -lo cual no implica por supuesto un mayor salario- está provocando y provocará en el futuro próximo una serie de accidentes y muertes. Sólo es cuestión de poner atención cuando en las noticias se reporta que la mayoría de los accidentes aéreos, en carreteras, en centrales nucleares, en hospitales, etc., se deben a errores humanos o que el número de muertes por accidentes de trabajo va en aumento.
Finalmente, la consecuencia última de la reforma laboral es dejar a las personas a la deriva en un mar de tiburones donde la regla primordial es “sálvese quien pueda” y donde la frase “mujeres y niños primero” se vació de contenido junto con el futuro de los que vienen detrás.

Comentarios: iam_60@hotmail.com



[1] MVS-Radio, emisión de noticias de la tarde (13:00 a 15:00 hrs), 20-09-12.
[2] Al respecto leer de Richard Sennett, La cultura del nuevo capitalismo,  Barcelona, Editorial Anagrama, 2006.

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